Recuerdo muy bien la primera vez que pensé en este nombre imaginándome a alguien que se llame así. Estaba yo lavando ropa en el Happy Bulin(*) y, de un momento a otro, me estaba riendo a carcajadas. Sola. No podía concebir el simple hecho de que un tipo se me presente, diciendo:
-Hola! Me llamo ALDO.
He oido nombres graciosos, pero nunca hubo ni habrá uno como ALDO.
(*) Así se llamaba nuestra casa de veraneo en Miramar, año 2002.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario